Está claro que el ser humano es un tanto… ombligocéntrico. Y no es por la disposición de su cuerpo (que también).
Al principio, la tierra era el centro del universo conocido, visible, desconocido y más allá… incluidos los coros celestiales, masas incorpóreas y demás razas. Y viene uno con un telescopio a romper moldes
Después, la vida se basa en el carbono, que es lo que conocemos…
Y viene otro con vida basada en el azufre, en el silicio, y ahora, en el arsénico… por compasión, dejen de crecer (habéis visto el guiño…?)
Lo que me sorprende es que la vida, que parecía obra del azar cósmico,… resulta que es casi un manantial que brota por donde puede… y si no, se hace hueco.
Que hay carbono, pues con eso. Que no lo hay, pues con lo que haya.
Parece un buen cocinero que, con lo que encuentra en la alacena, te prepara una cena que no se la salta nadie, gitano o payo (rehaciendo frases hechas).
Actualización: Leyendo el artículo de extremófilos en Microsirervos, he visto esta cita del Dr. Ian Malcom, de Parque Jurásico: La vida hallará la forma. También me vale.
Nota: Imagen de El proyecto Galileo, el del telescopio.