– Toma, coge esta barca y tienes que pasar el estrecho con otros 10 tíos.
– ¿Barca? ¡Si es una balsa hinchable para que los niños jueguen en la piscina! ¿Y con qué remos?
– Toma estas tablitas.
– ¿Qué es, un concurso? ¿Qué me das si lo consigo?
– No, me tienes que dar tú a mí 100€. Y otros 100€ cada uno de tus amigos.
– ¿Cómo? ¿Y las lanchas de apoyo? ¿La comida? ¿El agua?
– Ale… ¡tira p’al mar! Y sin hacer ruido…
El drama del Estrecho, de las personas que día tras día intentan pasarlo nos es terriblemente ajeno. Hoy he escuchado que muchos intentan pasar a bordo de barcas hinchables de juguete, unos 10 por barca. Ya son inestables en la piscina con 3 niños…
Hace tiempo, hablando sobre este tema, recuerdo que alguien reprochaba que «encima vienen embarazadas, para que no las pueda echar»… y no somos conscientes de los abusos que se producen, de que los viajes duran mucho más que un embarazo, y que muchas veces, las mujeres quedan embarazadas en los bosques de alrededor de Ceuta y Melilla, mientras esperan la oportunidad de pasar.
Y no somos conscientes de que quienes saltan el Estrecho y quienes van quedando por el camino son las verdaderas víctimas de mafias y funcionarios corruptos de uno y otro lado, de sociedades falsas que se propagan por la televisión y que, desde allí, se ven como un sueño.