Una de las cosas que se está revelando en medio de esta crisis es la importancia que tiene la confianza, el crédito, la credibilidad.
Y no hablo de los mercados, las empresas, las economías nacionales y no sé qué otras entelequias que no consigo entender. Sino de la confianza de a pie, la que me merece una persona.
Cuando las cosas van bien, cuando parece que ‘no hay nada que temer’, tendemos a vivir despreocupados… se suele decir que confiados. Y posiblemente no sea algo inteligente, dado que cada cual es responsable de sus pasos.
Pero ahora hemos pasado a no fiarnos de nadie, a revisar cada paso como si nos fuera la vida en ello… y las decisiones que antes tomábamos con cierta ligereza, ahora no nos atrevemos, ni aún sopesando bien todo.
Necesitamos podernos fiar de alguien, al menos un poco, al menos un rato…