En ocasiones elevas la voz quejándote o incluso denunciando algo que te parece injusto. El reparto de las riquezas, el precio de los pisos,… yo que sé.
Y de pronto, un día, te encuentras conque tu postura ha cambiado y no elevas tanto la voz…
Y es entonces cuando ves que en realidad lo que has cambiado no es la postura… sino la posición, y estás al otro lado de cierta frontera.
Hace años me contaron un chiste o similar:
– Contra la pobreza en el mundo, lo que habría que hacer es que si alguien tiene dos casas, que dé una a quien no tenga; o que quien tenga dos coches, dé uno a quien no tenga,… – decía alguien
– …o que quien tenga dos bicis, dé una a quien no tenga – dijo otra persona.
– No – respondió el primero – , que de eso sí tengo dos.
No estaría mal que cada cual se pusiera algunas normas, a nivel personal, que le parecieran justas y adecuadas para lo que le parezca importante, las escribiera en algún sitio… y las revisitara de vez en cuando para ver si su comportamiento sigue siendo coherente con aquello que dijo.
Al menos, de esta forma podríamos decir que somos más coherentes… no sé si más justos… pero al menos coherentes.
Si no, corremos el riesgo de que venga nuestro yo-más-joven en un viaje en el tiempo y nos eche en cara que tengamos dos bicis.